"Al final, lo que importa no son los años de vida, sino
la vida de los años"
(Abraham Lincoln)
Marca las prioridades, desactiva el modo de urgencia, toma
conciencia y regala tiempo de calidad
La mayoría de nosotros vivimos tan deprisa y sometidos a
agendas tan apretadas que perdemos de vista lo realmente importante: disfrutar
de nuestro tiempo libre y dejarnos sorprender por las maravillas de la
vida.
El día no tiene más que 24 horas y no podemos desdoblarnos, nuestras
reservas de energía, tanto físicas como mentales, tienen un límite. Partir de
esta premisa no sólo nos ayuda a gestionar el tiempo de una forma más realista
y productiva, sino también a valorarlo tal y como se merece.
Vivir el día a día plena y relajadamente pasa por no perder
un segundo en lo superfluo, en todo eso que nos aleja de lo que realmente somos
o aspiramos a ser.
Hazte cada mañana la siguiente pregunta: ¿qué puedo hacer
hoy para ser más feliz? La respuesta: acabar a tiempo para ir a buscar a los niños
al cole, ir al gimnasio, ver un capítulo de mi serie preferida... debería
determinar gran parte de tus movimientos.
La primera hora de la mañana es el timón de la jornada. Si
es necesario, delega en alguien de tu confianza alguna tarea u obligación, sin
abusar de la confianza y la amistad, a estas tareas que no llegues.
Las prisas están muchas veces justificadas, pero cuando las
convertimos en un modo de vida es que algo falla. En un mundo en el que todo se
mueve a una velocidad de vértigo, conviene hacer un alto en el camino para
analizar qué tareas son urgentes y cuáles pueden esperar; qué es importante y
qué es secundario; qué metas son ambiciosas y cuáles sostenibles o qué
proyectos te ilusionan o haces por los demás.
Ser conscientes del goce que nos produce algo redobla la
sensación de placer. No te cortes a la hora de comunicarlo: !Que bien me sienta
ir al gimnasio!, !Cómo he disfrutado este café!, !qué suerte haber encontrado
un hueco para hablar de nuestras cosas!... Cuando no disponemos de mucho tiempo
para los demás, valorar el que podemos ofrecer en términos de calidad, no de
cantidad, es clave.
Tal vez no puedes pasar todo el tiempo que desearías con tu
madre, tus amigos, tus hijos…, pero sí puedes comprometerte a dar el 100% de ti
el rato que estés con cada uno de ellos, lo que implica dejar a un lado las
preocupaciones o tropiezos del día y quitarnos de la cabeza eso de "ahora
yo tendría que estar haciendo...". No hay nada más precioso que el tiempo,
de ahí que no haya mayor generosidad que regalarlo.
Quienes cultivan la capacidad de asombro siguen
maravillándose por las personas y las cosas, entre otros motivos, porque son
capaces de observar la realidad a cámara lenta.
Muchos deseos se cumplen cuando dejamos de correr detrás de
ellos. ¿Cuántas cosas han llegado cuando ya no lo esperabas? Y es que, a veces, el exceso de tensión o las
expectativas desmesuradas echan a perder muchos proyectos que fluirían como el
agua de un río si no tuviéramos tanta prisa por llegar al destino final o no
estuviéramos tan pendientes de los resultados.
"Los que emplean mal su tiempo, son los primeros en
quejarse de su brevedad"
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