sábado, 7 de junio de 2014

Saborea la vida a fuego lento

"Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años"
(Abraham Lincoln)



Marca las prioridades, desactiva el modo de urgencia, toma conciencia y regala tiempo de calidad

La mayoría de nosotros vivimos tan deprisa y sometidos a agendas tan apretadas que perdemos de vista lo realmente importante: disfrutar de nuestro tiempo libre y dejarnos sorprender por las maravillas  de la vida.

El día no tiene más que 24 horas y no podemos desdoblarnos, nuestras reservas de energía, tanto físicas como mentales, tienen un límite. Partir de esta premisa no sólo nos ayuda a gestionar el tiempo de una forma más realista y productiva, sino también a valorarlo tal y como se merece.

Vivir el día a día plena y relajadamente pasa por no perder un segundo en lo superfluo, en todo eso que nos aleja de lo que realmente somos o aspiramos a ser.

Hazte cada mañana la siguiente pregunta: ¿qué puedo hacer hoy para ser más feliz? La respuesta: acabar a tiempo para ir a buscar a los niños al cole, ir al gimnasio, ver un capítulo de mi serie preferida... debería determinar gran parte de tus movimientos.

La primera hora de la mañana es el timón de la jornada. Si es necesario, delega en alguien de tu confianza alguna tarea u obligación, sin abusar de la confianza y la amistad, a estas tareas que no llegues.

Las prisas están muchas veces justificadas, pero cuando las convertimos en un modo de vida es que algo falla. En un mundo en el que todo se mueve a una velocidad de vértigo, conviene hacer un alto en el camino para analizar qué tareas son urgentes y cuáles pueden esperar; qué es importante y qué es secundario; qué metas son ambiciosas y cuáles sostenibles o qué proyectos te ilusionan o haces por los demás.

Ser conscientes del goce que nos produce algo redobla la sensación de placer. No te cortes a la hora de comunicarlo: !Que bien me sienta ir al gimnasio!, !Cómo he disfrutado este café!, !qué suerte haber encontrado un hueco para hablar de nuestras cosas!... Cuando no disponemos de mucho tiempo para los demás, valorar el que podemos ofrecer en términos de calidad, no de cantidad, es clave.

Tal vez no puedes pasar todo el tiempo que desearías con tu madre, tus amigos, tus hijos…, pero sí puedes comprometerte a dar el 100% de ti el rato que estés con cada uno de ellos, lo que implica dejar a un lado las preocupaciones o tropiezos del día y quitarnos de la cabeza eso de "ahora yo tendría que estar haciendo...". No hay nada más precioso que el tiempo, de ahí que no haya mayor generosidad que regalarlo.

Quienes cultivan la capacidad de asombro siguen maravillándose por las personas y las cosas, entre otros motivos, porque son capaces de observar la realidad a cámara lenta.

Muchos deseos se cumplen cuando dejamos de correr detrás de ellos. ¿Cuántas cosas han llegado cuando ya no lo esperabas? Y es que,  a veces, el exceso de tensión o las expectativas desmesuradas echan a perder muchos proyectos que fluirían como el agua de un río si no tuviéramos tanta prisa por llegar al destino final o no estuviéramos tan pendientes de los resultados. 

"Los que emplean mal su tiempo, son los primeros en quejarse de su brevedad"
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