sábado, 11 de octubre de 2014

Credibilidad y confianza

Mejora tus relaciones ganándote la confianza de los demás

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Casi todas las puertas se abren al paso de una persona que es de fiar


Quienes transmiten credibilidad e inspiran confianza tienen un tanto a su favor en cualquier situación: una entrevista de trabajo, una negociación, una primera cita, una reunión de amigos... Tú sabes que se puede confiar en ti, pero… ¿y las personas de tu entorno?, ¿lo saben?

La seguridad y la credibilidad son dos virtudes íntimamente asociadas al triunfo personal y profesional. Si, además de creer en tus capacidades y habilidades, algo que depende en gran medida de ti, logras que tu entorno próximo confíe en tu persona, el éxito está asegurado. Ser una persona de fiar es una cualidad que debe ganarse a pulso porque depende de aspectos tan delicados como la honestidad, la coherencia o el compromiso.

La credibilidad no se consigue con palabras bonitas. Si todos los esfuerzos se encaminan a embellecer la fachada, sin consolidar los pilares de la estructura, el castillo de naipes se derrumbará.

Antes de comprometerte con alguien, sé honesto contigo mismo y piensa hasta qué punto podrás cumplir con ese cometido. Si tienes dudas, comparte tus reservas y si, ya de entrada, no te ves capaz de algo, es mejor que te retires. Esopo, fabulista griego, decía: “Las palabras que no van seguidas de hechos, no valen nada”. Conseguirás que las personas se sientan en buenas manos cuando les ofrezcas tu apoyo. La honestidad es la base de la credibilidad, ya que nadie logra construir un círculo de relaciones sanas y duraderas si éste se sustenta con mentiras o con buenas intenciones que, después, se quedan en papel mojado.

Recuerda cuáles son tus valores y mantente fiel a ellos. Si crees que la sinceridad es una virtud, practícala. Si te consideras alguien leal, no critiques a un amigo a sus espaldas o difundas un rumor. “Para parecer un hombre honrado, lo que hace falta es serlo” (Boileau). Conseguirás ser coherente y predicar con el ejemplo. Las personas íntegras consiguen el respeto y la confianza de los demás porque no reaccionan de forma imprevisible (su entorno sabe qué se puede esperar de ellas) ni caen en contradicciones importantes.

No escatimes en halagos y destaca los méritos de las personas de tu círculo sin intenciones ocultas ni favoritismos. Reconocer el esfuerzo de los demás por encima de los resultados obtenidos es otra buena táctica a la hora de ganarte la confianza de los tuyos. Conseguirás que las personas te aprecien y, al sentirse cercanas a ti, den lo mejor de ellas mismas.

No te esmeres en ofrecer una imagen intachable de ti mismo/a porque el perfeccionismo no es creíble. Reconocer tus errores, corregirlos y aprender de ellos te convertirá en una persona más admirable y digna de confianza. Conseguirás mostrar tu cara más humana. Las personas flexibles suelen ganarse la confianza de los demás más fácilmente que las que son muy exigentes o rígidas porque juegan con un mayor margen de maniobra y saben ponerse en el lugar de los demás.

“Hasta la supervivencia de una banda de ladrones necesita de la confianza recíproca” (Antonio Genovesi) 
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