Aprender a perdonar, un ejercicio reparador
Aunque no siempre es fácil, acaba beneficiando a ambas partes
Tener la capacidad de
olvidar una ofensa sin esperar nada a cambio es una actitud muy generosa que no
todo el mundo ejerce. Muchas veces es necesario aprender a desarrollar esa
capacidad para poder perdonar a quien nos ha decepcionado y hacerlo sin
resentimiento. Lograrlo supone una gran
satisfacción tanto para la persona que perdona como para quien pide
disculpas.
“El perdón cae como
lluvia suave desde el cielo a la tierra. Es dos veces bendito: bendice al que
lo da y al que lo recibe” afirmaba Shakespeare. Desde pequeños nos han
inculcado que debemos perdonar a los demás, porque todos cometemos errores y es
un acto bondadoso disculparlos. Sin embargo, remitir una deuda u ofensa sin contrapartida (como se define al
acto de perdonar) implica olvidar cosas
que nos han molestado en pro de un bien común, ¡Aprende a hacerlo y tendrás
tu recompensa!
Conceder una disculpa supone abandonar el resentimiento y la
indiferencia que nos genera la persona que nos ha ofendido.
Trágate el orgullo.
Cambiar la rabia y la ira que automáticamente nos genera una situación de dolor
no es una tarea sencilla. El primer paso es intentar dejar de lado el orgullo,
el mayor enemigo para lograrlo. “Si eres
orgulloso, conviene que ames la soledad; los orgullosos siempre se quedan solos”
(Amado Nervo). Esta frase alerta del riesgo que pueden sufrir quienes no
son capaces de perdonar. El resentimiento logra aislarnos de los demás y acaba
volviéndose en contra nuestro.
Sé humilde. Ceder
no es perder. Reconsiderar una postura y cuestionar nuestra actitud es una acción muy valiente que demuestra
que tenemos la capacidad de ampliar nuestra perspectiva. En este aspecto,
la humildad es una gran aliada, ya que nos hace más humanos y tolerantes.
Cultiva la empatía.
Siempre es mucho más fácil perdonar a quien ha actuado sin mala intención que
al que nos ha causado un daño voluntario y gratuito. En ambos casos, tener la capacidad de ponernos en su lugar
e intentar entender el porqué de su comportamiento facilitará que podamos perdonarles antes.
Libérate. Cuando lo
hacemos, nos quitamos un peso de encima, casi literalmente. La sensación de
ligereza y sosiego es absoluta y estar
en paz nos reconforta.
Reconcíliate desde
dentro. Para conseguir resolver el problema debes tener el convencimiento de que quieres pasar página y dejar
definitivamente de lado el conflicto. No es fácil perdonar una infidelidad, la
traición de un amigo o un trato familiar injusto, pero ¿qué obtenemos si les
guardamos rencor? Intenta eliminarlo
para que la situación no te colapse y puedas avanzar.
Todo este proceso de interiorizar la situación, asumirla y
decidir dar una nueva oportunidad puede completarse con una charla de tú a tú
que aclare la situación.
Actitud conciliadora.
Pregunta qué razones le han llevado a actuar así y escucha sus argumentos; te
ayudará a comprender mejor algunos aspectos. También debes expresarle claramente cómo te has sentido con sus
palabras o actos. De esta manera, cerrarás las heridas que quedaron
abiertas y ambas partes respiraréis aliviados. Eso no significa que tengas que retomar la relación: muchas personas
perdona, pero no olvidan. Tú eliges el camino.
Es un trampolín para
mejorar. Al final, perdonar es un acto de compasión, bondad y generosidad que
te hará desarrollar otras capacidades y ser mejor persona. Transformar una
experiencia negativa en un aprendizaje es un ejercicio de madurez y aceptación
que puede ayudarnos a afrontar otras situaciones. Saber perdonar dice mucho a
favor de quien lo hace y despierta la admiración de la persona que nos ha
decepcionado, llevándole a reflexionar sobre su conducta.
“Perdonar es el valor
de los valientes. Sólo el que es bastante fuerte para perdonar una ofensa sabe
amar”. (Gandhi).
También te puede interesar: "Perdonar: una actitud con muchos beneficios para la salud".
No hay comentarios:
Publicar un comentario