El mejor de los tesoros es el que se consigue con nuestro propio esfuerzo
Un viejo labrador, que había estado toda la vida trabajando
sus tierras y sacando el mejor fruto de ellas, empezó a notar que sus fuerzas
flaqueaban. Por eso, temiendo que sus hijos abandonarían los campos una vez que
él desapareciera de este mundo, pensó un plan para que, sin darse cuenta,
acabaran cuidándolos.
- Queridos hijos, presiento que mi fin se está acercando. Os
encargo que vayáis a las viñas y excavéis hasta encontrar algo que escondí para
vosotros para cuando yo ya no esté.
Creyendo que lo que había ocultado era un valioso tesoro,
los hermanos no perdieron ni un segundo y corrieron a las tierras. Allí,
cavaron durante horas y horas, de una punta a la otra del terreno, pero no
encontraron ni rastro de lo que ellos buscaban. Llegaron a la conclusión de que
el padre había perdido la razón, pues no entendían nada.
Transcurrieron unos meses y, cuando uno de los hermanos pasó por los campos, vio que de las cepas empezaban a colgar racimos llenos de jugosas uvas que podrían vender a muy buen precio. Así se dieron cuenta de que el tesoro que buscaban se hallaba en las propias tierras cultivadas con su esfuerzo.
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