Jaime I de Aragón, la elección de su nombre, todo un ritual con velas
Imagen: Wikimedia
Hijo de Pedro II el Católico y de María de
Montpellier, es curioso el ritual que, según cuenta su propia crónica (Llibredels feits del rei en Jacme), se realizó para elegir su nombre.
Según cuenta el monarca en dicha crónica, María de
Montpellier ordenó fabricar doce velas iguales. A cada una de esas velas le
puso el nombre de los doce discípulos de Jesús y mientras las encendía prometió
al Cielo poner a su hijo el nombre de la vela que más tardara en derretirse. El
cirio que más duró fue el de Santiago, nombre equivalente al de Jaime.
Posiblemente María de Montpellier hizo este sencillo ritual
pensando en que de la misma manera que una vela tardó más tiempo en consumirse
que las otras, la propia vida de su hijo también “tardaría en consumirse”.
Podríamos adaptar este curioso ritual a nuestra propia
vida enfocándolo en dos metas bien distintas. Por ejemplo, si tenemos
que tomar una decisión a la hora de elegir dos trabajos, podríamos encender dos
velas iguales (o tres, si tenemos más ofertas) y poniendo a cada una el nombre
de las distintas empresas, elegir la empresa (vela) que más ha tardado en
consumirse. Con la mente bien puesta en que la intención de este ritual no sólo
sea para tomar la decisión sino que también nos puede servir para desear, y así
conseguir, la máxima permanencia en dicho trabajo.
Este curioso ritual para obtener permanencia y a la vez una respuesta, lo podemos aplicar en todas las dudas que nos surjan.
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