El primer paso para alcanzar los objetivos es convencerte a ti mismo
Cambia tus creencias, mentalízate, concéntrate en lo que deseas y ponte en marcha
“Nadie sabe de lo que
es capaz hasta que lo intenta” (Publio Siro). Si necesitas aumentar tu
voluntad, no busque ayudas externas, la fuerza que necesitas está dentro de ti.
Hacer deporte, comer de forma más saludable, aprender un
idioma… Son actividades que sabemos que nos ayudarán a mejorar nuestra vida,
pero no siempre tenemos la tenacidad de llevarlas a cabo. “A nadie le faltan fuerzas; lo que a muchísimos les falta es voluntad”
(Víctor Hugo). Y es que en el continuo
diálogo con nosotros mismos, la pereza casi siempre tiene las de ganar. Sabemos
que debemos esforzarnos, pero no siempre nos resulta posible. Para lograrlo,
tan sólo hay un camino. Te explicamos cuál.
Define tu objetivo
Te gustaría practicar un poco de ejercicio pero, cuando
llega el momento, siempre tienes algo mejor que hacer ¿te suena esta situación?
Según el economista conductista Uri Gneezy, la clave para superar esta inercia es sustituir las dudas (“¿salgo
a correr o me quedo en casa?”) por las órdenes
(“salgo a correr sí o sí”). No siempre resulta fácil, sobre todo al principio,
pero sí efectivo.
Obedecer, más fácil
que decidir. Según Gneezy, el cerebro siempre elige la opción más fácil. Obedecer
sin pensar siempre le resultará más sencillo que tener que debatirse entre dos
o más opciones. “No negocie cada vez consigo mismo, aconseja, sino obedézcase
sin pensarlo”. De esta manera, en lugar de dudar sobre la decisión a tomar (“está
lloviendo, mejor lo dejo para otro día o salgo un poco más tarde…”), hemos de
darnos una orden concreta (“salgo ya, llueva o haga sol”). ¡Nada más fácil!
Buscando incentivos.
Pero, ¿qué ocurre cuando no conseguimos la fortaleza necesaria para cumplirlas?
Lo mejor en estos casos es buscarnos un incentivo, premiar nuestro esfuerzo con
un pequeño regalo, alguna actividad que nos haga especial ilusión. Esto tan sólo
será necesario al principio, ya que, con el tiempo, habremos logrado
interiorizar tanto la orden que no necesitaremos recurrir a factores externos.
Actúa con rapidez y decisión
A la hora de ir tras nuestros objetivos, los expertos
aconsejan establecer tres tiempos. El primero consistirá en determinar nuestra
meta, el segundo en establecer el plan de ataque y el tercero en ejecutarlo. Entre
el primer y el segundo paso, podemos tomarnos nuestro tiempo pero, una vez
efectuado el segundo, el paso al tercero debe hacerse de forma rápida y enérgica.
Hay que tener en cuenta que la voluntad requiere un nivel alto de energía y,
por lo tanto, no se puede mantener durante mucho tiempo.
Si nuestro propósito es de largo alcance (por ejemplo,
queremos perder peso), necesitaremos más que un primer impulso. Lo difícil no
es empezar, sino continuar. En estos casos, hay que marcarse pequeñas metas
para, de esta manera, compensar el esfuerzo sostenido que deberemos realizar
(por cada kilo perdido, un premio).
Aléjate de la tentación
Para tener más fuerza de voluntad, lo mejor es tratar de
controlar tus impulsos. Para ello, sólo hay un camino: antes de caer en la
tentación, piensa realmente si vale la pena sucumbir a ella.
Reflexiona antes de
actuar. Para saber cómo lucha el cerebro humano contra la tentación se hizo
el siguiente experimento. En una oficina, dividieron a las secretarias en dos
grupos. El grupo A tenía a su disposición una caja con bombones en su mesa, el
grupo B en una mesita auxiliar colocada a un metro de ellas. Las secretarias
del grupo A comían una media de nueve bombones al día, las del grupo B, sólo
cuatro. El hecho de tener que levantarse hacía que reflexionaran si realmente
querían comérselos. Y muchas veces se volvían a sentar sin coger ninguno.
La mejor estrategia para empezar a hacer cosas: cambia tus creencias, mentalízate,
concéntrate en lo que deseas y ponte en marcha. En este sentido te puede
interesar también este artículo: “Cómo realizar milagros”.
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"No creo en la casualidad ni en la necesidad; mi voluntad es el destino" (John Milton)
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