martes, 12 de mayo de 2015

Relaciones de pareja: reserva un espacio para ti

En busca de la armonía

En busca de la armonía

Cuando el amor es sano y fértil allana el camino hacia el crecimiento personal


Construir una parcela propia dentro del vínculo de la pareja es tan importante como buscar momentos de complicidad entre ambos. Y es que hasta el fuego más ardiente se acaba apagando si falta  oxígeno.

Cuando dos personas que se quieren construyen sus propios espacios personales disfrutan de una vida de pareja que se enriquece mutua y constantemente. El riesgo que tiene volcarse en el otro, vivir por y para él, es que conlleva cierta pérdida de uno mismo. A la larga, esta situación puede, además, crear una dependencia un tanto excesiva: “Mi pareja lo es todo para mi”, “no puedo dar un solo paso sin su apoyo”… Es entonces cuando el maravilloso vínculo del amor puede transformarse en una atadura.

En busca de la armonía

Todas las relaciones pasan por distintas fases. El estado de fusión de los primeros meses en el que falta tiempo para estar juntos evoluciona hacia un deseo de unión, en el que cada uno retoma, poco a poco y de forma espontánea, sus parcelas de libertad a fin de realizarse también como personas individuales.

Una pareja, dos vidas propias. “La victoria más grande y más importante es conquistarse a uno mismo” decía Platón. Quien cultiva sus aficiones, escucha sus inquietudes, mantiene su círculo de amigos… no sólo satisface esa necesidad de sentirse realizado/a, sino que también gana atractivo a ojos de su amado/a. hay parejas, no obstante, que lo hacen todo juntas y disfrutan de su mutua compañía sin agobios ni reproches. Es otra opción igual de válida, siempre que se respeten los espacios emocionales de cada uno. No obstante, si uno de los dos miembros necesita algo más de aire es necesario ofrecerlo dentro de los límites que se pacten a fin de seguir disfrutando de un tiempo de calidad juntos.

Encuentra tu sitio. No buscar esa parcela privada de crecimiento personal puede hacer que nos acomodemos en el espacio compartido o que nos volquemos en el del otro, dejando a un lado nuestras necesidades. Cualquier momento es bueno para reflexionar acerca de tus gustos, tus intereses, en quiénes son las personas con las que más te gusta estar y en qué parte de tu tiempo dedicas a todo ello. “El amor recíproco es aquel donde el bienestar no es privilegio de una de las partes sino de ambas” (Walter Riso, psicólogo).

Un mero reajuste. Ese deseo de mantener un espacio propio, la mejor forma de “reactualizarnos”, no debería contemplarse como un distanciamiento del otro, sino como un reajuste que permite equilibrar las necesidades personales con las de la pareja. Renunciar a ese desarrollo personal puede, incluso, ser contraproducente. El autor de “El buen amor de pareja”, Joan Garriga, lo explica de la siguiente manera: “Las parejas que se nutren y enriquecen reconocen lo que el otro hace y les da, aumentando así el ciclo de dar y recibir”.

Diversifica tus apuestas

Cultivar las semillas de la felicidad en diversas parcelas aumenta el nivel de satisfacción personal y es, además, una de las mejores formas de reducir el nivel de exigencias en el seno de la pareja.

Cuestión de estadística. “No pongan todos los huevos en el mismo cesto (aconseja Luis Rojas Marcos, autor del libro “Secretos de la felicidad). Como hacen las personas con dinero, inviertan su dicha en varias áreas, por ejemplo, familia, amigos, actividades recreativas… Así tendrán más posibilidades de ser felices si falla alguna de ellas”.

“Amaos el uno al otro, pero no hagáis del amor una atadura. Ni el roble crece bajo la sombra del ciprés, ni el ciprés bajo la del roble” (Khall Gilbran)
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