Un estudio de
tatuajes británico ofrece la posibilidad de preservar tatuajes una vez el
tatuado ha muerto. Por unos 350 euros, quitan la piel dibujada y sustituyen
la grasa por silicona para “preservar la obra artística” y que sus familiares
puedan quedarse, literalmente, “un pedacito” de sus seres queridos.
La cucharilla. Este
utilísimo objeto de cocina apareció en la segunda mitad del siglo XVII, cuando
los británicos empezaron a añadirle leche al té y se dieron cuenta de que
necesitaban algo para remover la leche, el azúcar y el té en la taza. De hecho,
hasta muchos años más tarde, las cucharillas fueron un objeto tan especial que
sólo se encontraban en hogares acaudalados (incluso, las guardaban separadas de
la cubertería principal).
¿Por qué la bola
blanca del billar es la única que vuelve a salir? Porque, aunque sea algo
casi imperceptible al ojo humano, es unos milímetros más pequeña que las otras
y porque, además, en su interior suele haber partículas de metal que, al caer
por uno de los huecos de la mesa, la atraen hacia los imanes de la vía de
salida.
Las lenguas de gato.
Para saber el origen de esta exquisitez debemos remontarnos a la Francia de
1900, donde un pastelero fanático de los cuentos de Charles Perrault (el autor
de “El gato con botas”) elaboraba como nadie estas deliciosas galletas (con
forma de lengua) y las guardaba en latas con dibujos de mininos. De ahí al
nombre sólo hubo un paso.
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