Imagen: Facebook
Una vieja leyenda sioux cuenta la visita que Toro Bravo, el
guerrero más valiente, y Nube Alta, la hija del jefe de la tribu, hicieron al
hombre más anciano del lugar.
- Estamos preparando nuestra boda, por eso le pedimos que
haga un conjuro que nos garantice que permaneceremos unidos el resto de
nuestras vidas, le rogaron al hechicero.
Tras meditar un rato, el anciano los miró y les dijo:
- Hay una cosa que podéis hacer. Nube Alta, tú subirás a
aquella cumbre y, tan sólo con tus manos y una red, cazarás el halcón más hermoso
y deberás traerlo aquí con vida el
tercer día después de la Luna Llena.
La joven asintió. A continuación, el viejo se dirigió al
novio:
- Tú, Toro Bravo, escalarás hasta la cima del Trueno y
capturarás el águila más fuerte que veas. Deberás traerla viva ante mí el mismo
día que he citado a Nube Alta.
La pareja asintió y el anciano chamán hizo un gesto
indicando que no tenía más que decir. Los jóvenes se miraron con ternura y
después de una fugaz sonrisa salieron a cumplir la misión encomendada. El día
convenido, los jóvenes se presentaron con dos preciosas aves. Entonces el anciano
ordenó:
- Ahora, atadlas entre sí por las patas y lanzadlas a volar.
El halcón y el águila sólo lograron revolcarse por el suelo
y acabaron a picotazos. Después de dejarlas en libertad, el hechicero les
explicó:
- Este es el conjuro. Jamás olvidéis lo que habéis visto. Vosotros
sois como un águila y un halcón; si os atáis el uno al otro, aunque lo hagáis
por amor, no sólo viviréis arrastrándoos, sino que además, tarde o temprano,
empezaréis a haceros daño el uno al otro. Si queréis que el amor perdure, debéis
aprender a volar juntos… pero jamás atados.
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