Afronta los imprevistos de la vida y gana seguridad
Ser flexibles y prudentes nos ayudará a superar los obstáculos
Nadie sabe lo que nos depara el destino. Por muchos planes
que hagamos, difícilmente saldrá todo como habíamos pensado. Cuando esto
ocurre, conviene ser adaptables. Sólo
así conseguiremos seguir por nuestro camino con paso firme y confiado.
En la vida no todo está escrito. A medida que vamos
avanzando, nos encontramos con personas y acontecimientos que trastocan
nuestros planes y que nos obligan a cambiar la dirección que habíamos fijado. De la actitud que tomemos ante estos
imprevistos dependerá nuestro nivel de felicidad.
Capear el temporal
Resistirse al cambio.
Hay personas que se aferran a los planes iniciales, aunque lo tengan todo en
contra. Tratando de mantenerse firmes al timón, lo único que consiguen es
encontrarse frente a frente con la tormenta, con todo el sufrimiento y el desgaste
que ello conlleva. Imaginémonos que hay un cambio importante en nuestra vida
como, por ejemplo, un traslado laboral. La persona que se resiste al cambio,
peleará al máximo para evitarlo y, en definitiva, se desgastará inútilmente sin
conseguir sus objetivos.
Resignarse. En el
otro extremo encontraríamos a las personas que no oponen ningún tipo de
resistencia. Ante un imprevisto, toman una actitud totalmente pasiva, por lo
que acaban perdiéndose, como una barca a
la deriva. De esta manera, lo único que se consigue es dejarse llevar por los
envites de la vida, sin posibilidades de decidir qué dirección seguir. Continuando
con el ejemplo anterior una persona resignada obedecerá sin rechistar al
traslado y se conformará con ello, aunque no sea de su agrado.
Adaptarse. En el
término medio, tenemos la actitud más razonable: tratar de ser flexibles y
adaptarse de la mejor manera posible a las circunstancias, es decir, cambiar
ligeramente de rumbo para sortear la tormenta y llegar a puerto sin demasiados
desperfectos. La persona adaptable no se resistirá al cambio (al traslado
laboral), pero, una vez aceptado, tratará de reciclarse para poder optar más
adelante a un destino más adecuado.
Variar el rumbo
Se trata de esperar a que vengan momentos mejores, pero de hacerlo de forma activa, es
decir, preparándonos a conciencia para que así, cuando vuelva la calma, poder
llegar hacia donde realmente queremos. Para ello podemos hacernos preguntas del
tipo: ¿qué puedo aprender de ello? ¿Cuál sería la mejor actitud para afrontar
esta situación?
Ser creativos. Una
vez hayamos hecho tabla rasa, es el momento de construir una nueva realidad. Un
cambio inesperado puede ser la excusa perfecta para rectificar nuestra
trayectoria y adaptarla a la nueva realidad. Con los ánimos más serenos y la
mente despejada, resultará mucho más fácil volver a retomar el camino y
conseguir tus objetivos.
Enfréntate a la realidad
Nuestra mente no suele encajar demasiado bien las
situaciones inciertas. “¿Mejorará la situación en la que me encuentro o
empeorará todavía más?”, solemos preguntarnos, una duda que puede causarnos una
gran inquietud.
Optar por la certeza.
Es mejor, por lo tanto, enfrentarse directamente a la realidad, por duro que
resulte, que negarla o intentar
evadirnos pensando en otra cosa. Si seguimos esta estrategia, nos resultará
mucho más fácil aceptarla, hacerle frente y superarla.
“En la incertidumbre
encontraremos la libertad para crear cualquier cosa que deseemos” (Deepak
Chopra)
__________________________________________________________________
No hay comentarios:
Publicar un comentario