Limpieza de cutis perfecta según tu tipo de piel
A la hora de conseguir un cutis perfecto, necesitas
productos que, además de retirar la suciedad, proporcionen a tu dermis los
cuidados faciales específicos que necesita.
Sensible: máxima suavidad
Propenso a las rojeces y a las irritaciones, este tipo de
cutis requiere unos cuidados muy especiales.
Agua micelar. Debes
utilizar productos con agentes limpiadores muy suaves para que no irriten la
piel. También es importante que no contengan perfumes ni conservantes. Uno de
los más adecuados en este caso es el agua micelar, ya que permite eliminar las
impurezas sin alterar la barrera hidrolipídica que protege el cutis de las
agresiones exteriores.
Agua termal en lugar
de tónico. En el caso de las pieles sensibles, el tónico puede resultar
demasiado irritante, por lo que es mucho mejor sustituirlo por un agua termal,
un producto con acción calmante y suavizante.
Grasa y con acné: productos purificantes
El exceso de sebo tapona el poro y provoca la aparición de
granitos y demás impurezas. Por esta razón, la limpieza facial resulta
totalmente imprescindible en estos casos.
Retirar las impurezas
sin agredir. La limpieza debe ser profunda, pero no demasiado agresiva, ya
que, si utilizamos productos excesivamente irritantes, podemos provocar un
efecto rebote, estimulando todavía más la producción de grasa.
Batalla contra las
bacterias. Los productos limpiadores deben contener principios activos que
permitan controlar la producción de grasa (seborreguladores) y desinfectar la
piel (antibacterianos).
Al agua. Los cosméticos
más adecuados para este tipo de cutis son los geles y las espumas que se
eliminan con agua, ya que, además de retirar las impurezas con eficacia aportan
una agradable sensación de frescor.
Seca: la limpieza que hidrata
Hay que limpiar la piel, pero respetando en todo momento su
delicada naturaleza. De lo contrario, los problemas de sequedad y tirantez se
agudizarán todavía más.
Leche desmaquillante.
Los cutis secos necesitan productos con principios activos que retienen las
impurezas sin eliminar las reservas de agua que los mantiene hidratados. La leche
o la crema desmaquillantes resultan ideales para ello. Algunas de ellas
incluyen aceites naturales que contribuyen a mantener la piel suave e hidratada.
Se aplican directamente sobre la piel y se retiran con la ayuda de un algodón. Evita,
por el contrario, los jabones, las espumas, los geles y todos los productos que
se eliminen con agua.
Tónico sin alcohol.
Tras la limpieza, el tónico resulta imprescindible, ya que elimina los restos
de desmaquillante que puedan quedar en la piel, además de cerrar el poro y
restablecer el pH cutáneo. Es importante, sin embargo, que no lleve alcohol, ya
que resecaría la dermis todavía más.
Consejos
Agua mineral. En algunas
zonas, el agua del grifo es muy “dura” (excesivamente calcárea), y reseca
demasiado la piel. En estos casos, puede resultar útil utilizar agua
embotellada para realizar la limpieza facial.
Dos veces al día.
Todos los tipos de cutis deben limpiarse a diario, por la mañana y por la
noche, incluso si no han sido maquillados. La limpieza no sólo sirve para
retirar el maquillaje, sino también las secreciones sebáceas y las partículas
de polvo y suciedad que se acumulan en su superficie.
Sólo productos específicos.
La piel del rostro es muy delicada y necesita limpiadores especialmente
formulados para ella. Productos como jabones de manos, geles de baño… no sólo
no resultan adecuados, sino que, además, alteran el manto ácido de la piel y la
estropean.
Toallitas, en
contadas ocasiones. Son una buena solución cuando estamos de viaje o
tenemos prisa pero no es aconsejable utilizarlas como limpiador habitual, ya
que su formulación no es tan completa como los otros productos.
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