Sólo quien es capaz de reconocer sus limitaciones puede superarlas
“La humildad nació para ser el antídoto de la mayor falta humana: la soberbia” (José Antonio Madina)
La terquedad, la altivez o el orgullo no hacen más que
apartarnos del camino de la felicidad. ¿Te gustaría retomarlo?
En otras culturas, la modestia es una virtud muy valorada. “Las estacas que sobresalen pueden ser amartilladas”
o “las águilas con talento esconden sus
uñas” son dos proverbios japoneses que recogen esa idea. En nuestra
sociedad, se valora tanto el triunfo y
la seguridad en uno mismo que resulta de lo más tentador alardear de nuestros éxitos,
ocultar nuestras dudas e inseguridades bajo la máscara de la arrogancia o
iniciar una huida hacia delante cuando lo valiente sería asumir el error. En
este contexto, reconocer un defecto o conceder a alguien el beneficio de la
duda se interpreta como una debilidad, más que como una muestra de honestidad o
de consideración.
Una larga lista de beneficios
La humildad es una cualidad que nos permite enmendar
nuestras equivocaciones, así como reconocer nuestras limitaciones y puntos débiles.
Etimológicamente, esta palabra proviene de “humus”,
que significa “tierra fértil”. Y es que
no hay mejor trampolín hacia el progreso personal que asumir nuestras
carencias, la única forma de trabajarlas y superarlas. “La humildad es la
antecámara de todas las perfecciones”, afirmaba Marcel Aymé, dramaturgo francés.
Descubre sus ventajas.
Te conecta con los
demás. “El orgullo divide a los hombres, la humildad los une” (Sócrates). Valora
las aportaciones de los otros, intenta tener un discurso menos categórico y
trata de ver lo que te acerca a las personas de tu entorno en lugar de buscar
lo que te diferencia y te hace destacar sobre ellas. Siguiendo esos sencillos
consejos, construirás puentes allá donde antes sólo había murallas.
Más flexible y
tolerante. Cuando se asume que nuestro punto de vista y estilo de vida no
es el único posible y, menos aún, el único válido; sentimos una gran paz
interior. Y es que las personas que dejan de juzgar a los demás también dejan
de estar supeditadas a las críticas y juicios ajenos.
Si trabajas en esa dirección, ya no tendrás la necesidad de
defender a capa y espada tus posiciones, de imponer tu criterio o de buscar un
ejército de seguidores que respalden tus ideas. “El orgullo nos ancla pues limita nuestra capacidad de ceder,
rectificar, aprender y reconstruirnos” (Irene Arce, terapeuta). La humildad,
en cambio, nos hace adoptar una actitud más abierta, flexible y tolerante.
Fuera amenazas. En
realidad, el orgullo y la prepotencia son corazas que construimos para defender
nuestro honor y, ya de paso, ocultar nuestras inseguridades o miedos; pero
paradójicamente, cuanto más parece que nos protege esa armadura, más nos aísla
del exterior. Buscar el respeto, el
aprecio y la valoración desde la humildad da frutos más dulces y sabrosos. La
prepotencia te hace fuerte un día, la humildad siempre.
Traga tu orgullo y elige ser feliz
El arte de negociar y ceder es una lección difícil, pero
necesaria si se quiere trabajar a favor de nuestra felicidad y no en contra. “Si no moderas tu orgullo, éste se
convertirá en tu mayor castigo”, advertía Dante. Antes de que vuelva a
tirar por tierra tus intereses, entrometerse en tus planes o dejarte un regusto
amargo en tu conciencia, plantéate estas cuestiones:
¿Qué quieres ser, parte de la solución o del problema?
¿Sumar esfuerzos o restar oportunidades? ¿Tener la razón o mantener la fiesta
en paz?
¿Qué deseas, ganar una batalla o buscar un alto el fuego
permanente que aporte beneficios a ambos lados?
¿Qué prefieres, pedir perdón (o perdonar) y poder así soltar
lastre o mantener tu postura y seguir alimentando el resentimiento?
¿Cómo te gustaría ser descrito/a: como un estratega que
acerca posiciones o como alguien inflexible que no da su brazo a torcer?
“Procura ser tan
grande que todos quieran alcanzarte y tan humilde que todos quieran estar
contigo” (Gandhi)
__________________________________________________________________
No hay comentarios:
Publicar un comentario