Mirando a través del pequeño agujero de la pared, un ratón
vio aterrorizado cómo los granjeros abrían un paquete que contenía una
ratonera. Rápidamente corrió para avisar a todos los animales de la granja: “¡Hay
una ratonera en casa, hay una ratonera en casa!”.
La gallina, el cordero y la vaca miraron extrañados al ratón
y le dijeron que a ellos no les parecía ningún problema una pequeña ratonera,
que estuviese tranquilo.
El ratón volvió a su escondite muy abatido. Por la noche oyó
cómo caía atrapada la primera víctima. La mujer del granjero se apresuró a
verla y, como había muy poca luz, no se dio cuenta de que la trampa había
pillado a un reptil por la cola.
La serpiente mordió a la mujer y el granjero tuvo que
llevársela corriendo al hospital.
Como regresó a casa con fiebre y lo mejor para recuperar
fuerzas es una sopita, el granjero agarró el cuchillo para matar a la gallina y
hacer un buen caldo.
La enfermedad persistía y amigos y vecinos vinieron a visitarles,
por lo que el hombre mató al cordero para alimentarlos.
Al final, la mujer no mejoró y falleció, por lo que su pobre
marido vendió la vaca para pagar el entierro.
Así que la próxima vez que alguien tenga un problema y creas que no te incumbe, ¡piénsalo dos veces!
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