Supera tus complejos con orgullo y valentía
Aquél que se ama a sí mismo, no tiene rival alguno (Dale Carnegie)
El mejor punto de
partida es aceptar que somos imperfectos por naturaleza. Tomar las
dificultades como una prueba que nos permite aceptarnos tal y como somos y
crecer como personas es una buena forma de avanzar por la vida. “Las personas fuertes y racionales no ven
ningún problema en el hecho de tener defectos” (Rafael Santandreu, psicólogo).
El secreto para que no nos limiten está en saber reconducirlos, potenciar
nuestras cualidades y apreciar el conjunto.
Así que, si te sientes avergonzado/a por carecer de una
facultad o habilidad o estás acomplejado/a por algún rasgo físico o hay algún
aspecto de tu vida que te hace sentir inferior a los demás, saca pecho y valora
tus virtudes. “Todo nuestro descontento
por aquello de lo que carecemos procede de nuestra falta de gratitud por lo que
tenemos” (Daniel Defoe).
El primer paso para superar un complejo es determinar hasta
qué punto ese defecto te impide ser feliz o llevar una vida interesante y
satisfactoria. Antes de desear
ardientemente una cosa, conviene examinar cuál es la felicidad de quien la
posee.
El escritor Mario
Benedetti decía con humor que “la
perfección es una pulida colección de errores”. Algunos defectos pueden
disimularse o, incluso, corregirse; pero hay muchos otros que sólo cabe
aceptarlos. En este último caso, buscar referentes que confirmen que los defectos son sólo una limitación que
habita en nuestra mente es un buen ejercicio. Mira a tu alrededor porque el
mundo está lleno de personas no excesivamente atractivas (Woody Allen, Frida
Kahlo…), pero con vidas fascinantes (y al revés) o de personas completamente
felices sin una carrera profesional brillante (y al revés). Así que busca un
modelo de referencia y sigue su ejemplo.
Dejar de conceder tanta importancia a los defectos es otra
estrategia eficaz. Si nos mostramos indiferentes a los pensamientos que nos
perturban, éstos dejarán de dirigir nuestra vida. “En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio” (Albert Camus). Trata de dirigir toda
tu energía a aumentar y potenciar tu larga lista de cualidades y fortalezas.
Tal vez te consideres negado para el deporte, pero ¿qué hay
de tu afición por la música o la lectura? Puede que tu cuerpo no sea tan
armonioso como desearías, pero seguro que tu mirada despierta pasiones. Según
los expertos, se necesitan cinco halagos
para neutralizar el impacto de un elemento negativo, así que no escatimes
en alabanzas.
Tener claros cuáles
son nuestros valores y rodearnos de personas que posean una visión similar de
la vida es otro aspecto esencial. Hay quienes menosprecian a otro por el
hecho de no tener un cuerpo perfecto o un rostro bello, carecer de estudios,
tartamudear… ¿Compartes esos valores? ¿Te relacionas con los demás por su
aspecto físico o su estatus? Si la respuesta es negativa, aplica otro rasero, el que aprecia la belleza interior, la bondad,
el amor sincero, la entrega, la humildad, la sabiduría de la experiencia, la
madurez, el sentido común…
Las virtudes que nos hacen progresar como personas y disfrutar de la vida no nos encadenan a una apariencia física o a un estatus determinado. Son fáciles de reconocer porque nos acompañan durante toda la vida y producen bienestar, armonía y tranquilidad. Esa es nuestra mejor inversión.
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