viernes, 14 de marzo de 2014

El león y su reflejo

Nuestros miedos y nuestra imaginación


… Y armado de valor y con determinación, el “león enemigo” desapareció…

Un león se aproximó a un lago empujado por la sed y, al acercarse a la orilla, se sobresaltó tras ver su rostro reflejado en las tranquilas aguas: “tendré que tener mucho cuidado con ese león tan fiero. Seguro que es el dueño del lago”, se dijo a sí mismo el asustado felino.

Pero era tanta la sed que tenía que, de nuevo, dirigió sus pasos al lago. En esta ocasión abrió las fauces amenazadoramente y al ver que el reflejo hacía lo mismo sintió terror.

El pobre y sediento león salió como alma que lleva el diablo. Sin embargo, la sed era más fuerte que el miedo, por eso volvió a la orilla en repetidas ocasiones sin probar ni una gota de agua hasta que un día ya no pudo contenerse más. Armado de valor y determinado a calmar por fin la sed, decidió poner fin a su padecimiento. Bebería, sucediese lo que sucediese.

Así que, dicho y hecho. Se dirigió al lago con la determinación que uno espera del rey de la selva y metió la cabeza en el agua para beber como si el mundo se fuese a terminar en ese mismo instante. Al hacer esto, el león enemigo desapareció.

Y es que, de igual manera, muchos de nuestros miedos son pura imaginación y sólo enfrentándonos a ellos lograremos que desaparezcan para siempre
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