Conocer los datos y las informaciones de nuestro zodíaco personal nos da los medios necesarios para ser más conscientes de nuestras posibilidades y limitaciones
Afirmar que todo está inscrito (y no escrito) en nosotros desde el día de nuestro nacimiento no significa que todo esté decidido. El niño que llega al mundo puede ser comparado con el grano sembrado. Si se conoce la naturaleza de la semilla, la cualidad de la tierra, el periodo del año en que se siembra, el clima de la región en la cual fue sembrada… se puede prever qué planta surgirá de la tierra. Se trata más bien de condiciones que de influencias, criterios a los cuales se atiene el astrólogo.
Para los hombres de la Antigüedad, (que concibieron el sistema y el principio del zodíaco hace aproximadamente 4.000 años), la astrología era evidentemente una ciencia. Se basaba en el estudio de la relación entre los fenómenos de la naturaleza y ciertas manifestaciones celestes, que reaparecían a intervalos regulares. Esta observación sistemática, didáctica y escrupulosa, construida sobre la ley de causa y efecto, es todavía la de los hombres de ciencia contemporáneos.
Para los hombres de la Antigüedad, la parte de leyendas, de mitos, de sueños, de misterios, se encontraba en el centro del gran sistema que es la astrología, construido a pesar de todo sobre unos datos lógicos y unas observaciones ciertamente rigurosas.
En la actualidad, aunque vivimos con un relativo bienestar material y moral, asimismo estamos sumergidos en un cierto desencanto y nos planteamos siempre las mismas preguntas sin conseguir dar con las respuestas (¿de dónde venimos?, ¿quiénes somos?, ¿adónde vamos?).
Aunque los progresos de la ciencia hayan modificado nuestras costumbres en el aspecto formal, en el fondo nuestras preocupaciones continúan siendo las de siempre; si nos adentramos en el pasado se puede constatar que los deseos, los sentimientos, las esperanzas, las motivaciones, las preocupaciones… de aquellas gentes son comparables a las nuestras.
El zodíaco es una gráfica de referencias en la cual podemos leer unos datos correspondientes a unas cualidades, a unos valores humanos. Cada cual posee unas características que le son propias. Pero lo que hagamos de ellas depende tanto de las circunstancias (las condiciones en las que nos encontramos) como de nosotros mismos, de nuestras elecciones, de nuestros actos. Estos últimos no están inscritos en nuestra carta astral.
En cambio, el hecho de que estemos predispuestos para tal elección en vez de para tal otra, inclinados a producir tal acto y no otro, sí está claramente inscrito.
La carta astral sirve de soporte para nuestro propio conocimiento y el de nuestra vida activa. Conocer los datos y las informaciones que se inscriben en el esquema de nuestro zodíaco personal nos da los medios para ser más clarividentes, más precavidos, más conscientes de nuestras cualidades, de nuestras debilidades y, también, de nuestras propias posibilidades y limitaciones.
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