El muérdago, símbolo de amor eterno
El muérdago, el árbol de Navidad, el acebo, la flor de Pascua, son plantas que simbolizan la Navidad. Todas ellas están rodeadas de magia y de leyenda.
El muérdago siempre ha estado asociado al poder y la magia, es símbolo de vida eterna ya desde los druidas. Los sacerdotes y magos celtas tenían un complejo ritual para su recolección, tenían cuidado al recogerlo que no tocase el suelo. Lo hacían bien en el solsticio de verano o bien en el de invierno, siendo diferente por ello sus aplicaciones y prefiriendo el muérdago nacido en los troncos de los robles.
Lo utilizaban para ayudar a las mujeres a parir, para protegerse de los rayos y las enfermedades, para curar heridas… El muérdago era su planta mágica por excelencia. Era y es considerado como hechizo para ahuyentar el mal. Esta planta tiene una gran tradición ritual y posee grandes propiedades medicinales.
Las leyendas sobre el muérdago son innumerables, pero quizás la más popular sea la leyenda del beso, leyenda que nos remonta a la mitología nórdica. Esta leyenda viene del dios de la luz y la verdad Balder que fue herido de muerte por una flecha que contenía muérdago. Los dioses conmovidos por los llantos de su amada, le restituyeron la vida para que continuase eternamente con su amor. Por este motivo, el dios Balder en tributo a este amor eterno, ordenó que quedara perpetuado el amor de todas las parejas que se besasen debajo de una rama de muérdago. La leyenda más cercana a nuestros tiempos cuenta que por Navidad, la persona que debajo de una planta de muérdago reciba un beso, encontrará su amor eterno.
(Desde que el acebo pasara a ser especie protegida, poco a poco el muérdago ha ido sustituyendo al acebo en la decoración para la fiesta de Navidad, al igual que el acebo es originario de Europa y la mayor diferencia entre ambos es que las bayas –bolitas- del muérdago no son totalmente rojas sino más blanquecinas).
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