Se dice que todos hemos mentido alguna vez y aunque muchos se excusan en que son mentiras piadosas, la pregunta sigue siendo la misma: ¿por qué lo hacemos?
En general, mentimos de forma espontánea para obtener algún
beneficio
Engañar nos permite conseguir lo que queremos mediante
la manipulación y la explotación de otros individuos. En general, mentimos para obtener algún beneficio,
poder, estatus, sexo... La mentira bien hecha es (de alguna manera) un “pasaporte” al éxito, por eso
mentimos.
Así lo considera uno de los mayores estudiosos de la mentira,
el filósofo David Livingstone Smith,
director del Instituto de Ciencias Cognitivas y Psicología Evolutiva de la
Universidad de Nueva Inglaterra (EE.UU.) y escritor del libro ¿Por qué mentimos?: las raíces evolutivas
de la mentira y del inconsciente. Mentir es ventajoso, por eso la
evolución, que selecciona rasgos que son ventajosos para los individuos, la ha
integrado en la naturaleza humana. “Mentimos
de forma espontánea, de igual manera que respiramos o sudamos”, subraya.
Se estima que cada
día oímos o leemos más de 200 mentiras. La mentira se encuentra en
todo el reino natural. Existen plantas
que tienen flores que parecen avispas hembra para atraer a los machos, que
se llevan pegado el polen a otra flor y así la polinizan, serpientes que fingen ser venenosas para ahuyentar a depredadores y
orugas que fingen ser serpientes con el mismo fin.
La mentira no se ciñe simplemente al
hecho de decir cosas que no son verdad. También mentimos al ocultar información, o al decir algo
que es verdad de manera tal que el interlocutor crea que es falso. Podemos mentir sin utilizar las
palabras, a través de una sonrisa falsa, al andar o adquirir posturas que aparentan confianza en uno mismo o mediante
el uso de cosméticos que disfrazan
nuestra apariencia real.
Diversos estudios con los monos concluyen que cuanto más inteligente es la especie de
primate, más tiende a utilizar la mentira. Estos estudios establecen que el papel que desempeña la mentira en la
vida social de estos animales contribuye bastante a la expansión de su
inteligencia. El factor más importante que impulsó el desarrollo del
cerebro de nuestros ancestros fue la
intensa competición social, la selección natural favoreció a aquellos
individuos que sabían sacar más partido a la vida en sociedad, es decir, los más astutos, aquéllos que mentían,
disimulaban y eran capaces de formar grupos sólidos, tenían más éxito social y
reproductivo.
Pero recuerda:
“Basta
tan solo una mentira, para poner en duda todas las verdades”
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