Imagen: rapho10cue
Alicia estaba compartiendo un relajante paseo con su padre
una mañana de primavera cuando éste, de repente, se paró en una de las curvas
del camino.
Tras un breve silencio, le preguntó: “Además del trino de
los pájaros, ¿qué más oyes, Alicia?”.
La niña puso todos sus sentidos en ello y le contestó: “Papá,
ahora mismo me parece oír una carreta que se acerca lentamente por detrás de
nosotros”. “Exacto –continuó su padre–. Y, si aguzas el oído,
verás que es una carreta vacía”.
Sin salir de su asombro, Alicia le preguntó: “¿Y si no la has visto aún, cómo sabes que es una carreta vacía?”.
Entonces, su progenitor le respondió: “Es fácil saber
cuándo una carreta está vacía por el ruido que hace. Cuanto menos cosas
transporta, más aparatoso es el sonido que provoca. Eso mismo puedes aplicarlo
a las personas que sólo saben presumir de sí mismas”.
Alicia fue cumpliendo años y, cuando
veía a alguien alardeando de sus posesiones, pavoneándose e interrumpiendo a
los demás, era como si escuchase de nuevo las palabras de su padre: “Cuanto
más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace”. Y es que, a menudo,
quienes hablan de sí mismos sin parar son quienes menos cosas interesantes
tienen que contarnos.
__________________________________________________________________
No hay comentarios:
Publicar un comentario